
Fuente de información: Equipo abc1
Jean Baptiste Grenouille, el protagonista de la novela, es un outsider radical dotado de un extraordinario sentido del olfato que paradójicamente carece de olor. Para poder integrar a este personaje fantástico nacido en 1738 en un contexto social, el autor Süskind debe tomar bajo su lupa los acontecimientos históricos, sociales y culturales del siglo XVIII en Francia.
Süskind nos describe de manera documentada el destino de los niños huérfanos en el París de aquella época. La vida ruda y las condiciones precarias en los orfanatorios o el trato que los niños recibían de las nodrizas son analizados por sociólogos modernos. También Süskind no se aleja de esa realidad cuando afirma con su inconfundible estilo irónico:
“Era cierto que algunos inviernos se le morían [a madame Gaillard, nodriza de Grenouille] tres o cuatro de las dos docenas de pequeños pupilos, pero aún así su porcentaje era mucho menor que el de la mayoría de otras madres adoptivas, para no hablar de las grandes inclusas estatales o religiosas, donde solían morir nueve de cada diez niños. Claro que era fácil reemplazarlos. París producía anualmente más de diez mil niños abandonados, bastardos y huérfanos, así que las bajas apenas se notaban.”
Este cuadro inhumano en el que se desarrolla la infancia de Grenouille, le sirve al autor para trazar con unas cuantas pinceladas la oscura imagen de las condiciones sociales de los marginados, cuyas vidas adquieren valor monetario y se vuelven objeto comercial –Grenouille pasa de manos del curtidor Grimal a las del perfumista Baldini por 20 libras–. Süskind se mantiene apegado a los datos de los sociólogos al describirnos esta vida miserable; sin embargo, el elemento del compromiso social está totalmente ausente. Los hechos crueles apenas si pueden despertar compasión en el lector: la ironía cubre los sucesos con una fina manta (como en el estéril debate religioso entre la nodriza Bussie y el padre Terriers), quitándole a las facetas sociales inhumanas parte de su gravedad. Esta observación, tan irritante en cierta medida, donde la pobreza social se describe por parte del autor sin compromiso moral alguno, nos remite a una percepción estrictamente estética. Si analizamos la estructura de la novela podemos encontrar algunas explicaciones para esta impresión poco social:
— El interés del relato se dirige al desarrollo del personaje principal y a la percepción que éste tiene del mundo que lo rodea. Grenouille carece de cualquier formación cultural o educativa, los conceptos morales le son ajenos en la misma medida que cualquier preocupación intelectual, y es por eso que a él no le interesa en lo más mínimo su entorno social.
— La temática central que se anuncia desde el primer párrafo es la biografía de un hombre “genial y abominable”, olvidado por la historia, pero de la misma categoría que otros “monstruos geniales” de su época, como De Sade, Fouché y Napoleón. No se trata entonces de una denuncia social y mucho menos se recurre a un sentimiento de compasión.